El origen de Consuelo Nuñez, el fantasma de Cilleruelo
Mientras Juana preparaba la cena, Consuelo se dedicaba a peinar a sus muñecas. Era un juego que le encantaba. Tenía muñecas de todos los tamaños, de todas las formas, princesas, hadas, modelos… todas eran geniales, le encantaban todas sus muñecas… no sabría decidirse por su favorita, todas iban con ellas en cualquier desplazamiento, aunque solo fuera de su habitación a la cocina, tenia que ir con todas ellas.
Consuelo peinaba con detenimiento las muñecas mientras en el piso de abajo su madre preparaba unas patatas fritas en la sartén… Consuelo oía música por lo se imaginó que su madre tendría puesta la gramola, que era una novedad, tenia una manivela a la derecha con la que el aparato cogía fuerza para escuchar y una bocina exterior que era la que reproducía el sonido de un disco duro como la piedra. A Juana, porque decía que le daba compañía mientras la pequeña Consuelo jugaba a solas.
De repente, hubo un fugaz apagón, la bombilla de la habitación de Consuelo se apagó durante dos segundos y recobró su fuerza luminosa al instante. Abajo, la gramola dejó de funcionar, la luz regresó pero no se oyó ningún ruido. Consuelo esperó unos segundos más y oyó cómo un vaso se estrellaba contra el suelo. Se levantó de repente y preguntó:
- ¿Mamá? ¿Estás bien mamá?
Esperó de nuevo un par de segundos más. Nada. Silencio absoluto. Cuando Consuelo se dispuso a bajar oyó el grito desgarrador de Juana.
- ¡AAAAHHHH!
Consuelo se quedó totalmente congelada. Su madre, la mamá protectora que siempre le cuida, gritaba de auténtico terror. Antes de que pudiera reaccionar oyó de nuevo su grito.
- ¡Consuelo, baja deprisa! ¡Consuelo, ayúdame por favor! ¡Consuelo!
Ante la llamada de auxilio de su madre, Consuelo corrió escaleras abajo. Pero todo estaba a oscuras, la luz no había vuelto como en el piso superior. Mamá debía estar en la cocina y se dispuso a caminar hacia allí cuando, de repente, una mano le tapó la boca y un brazo cogía su menudo cuerpo y lo arrastraba al armario del descansillo, donde se cerró la puerta.
En la cocina, el grito se repetía:
- ¡Consuelo, baja deprisa! ¡Consuelo, ayúdame por favor! ¡Consuelo!
Pero Consuelo ya no estaba preocupada por mamá. Porque ahora estaba con ella. Se giró y vio la cara de su madre preocupada señalando con el dedo índice sobre los labios que mantuviera silencio. Y silencio mantuvo, mientras se preguntaba ¿quién o qué gritaba desde la cocina con la misma voz que mamá?
Entonces en ese momento, Juana, la Juana que gritaba desde la cocina subió las escaleras y atravesó a Consuelo, ni siquiera la miró, la atravesó como si fuera humo, sin percibirla y llegó a la habitación de Consuelo, donde ésta yacía, muerta, víctima de una electrocución. La niña tenia la bombilla en la mano y las muñecas estaban esparcidas por el suelo. En ese momento, solo en ese momento Consuelo se dio cuenta de que estaba muerta.
Fantastico relato!!….bueno como siempre.
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Muchas Gracias Carolina
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