Las salinas se suponen construidas en el siglo X. Los monarcas les sacaban provecho concediendo a nobles y personal eclesiástico alguno de sus beneficios. Fue Alfonso VI el que finalmente concedió al obispado de Sigüenza su explotación. Carlos III amplió las infraestructuras de las salinas de Imón con la construcción de grandes almacenes, artesas y canales que aún se mantienen en pie.
Durante su historia, fue una de las salinas más importantes junto con las de Bujalcayao, Carabias, La Olmeda y Gormellón, hasta la puesta en marcha de las salinas de Torrevieja.
La producción de sal en Imón cesó en el año 1996. Hasta entonces funcionaron tres de las cinco norias existentes (Mayor, Rincón y Marajos) que abastecían a las piscinas y recocederos, a excepción del recocedero de Torres, abandonado en los años 1940