
Repentinamente me desperté y estaba tumbada sobre algo realmente frío, frío y duro. Me habían hablado tan bien de este hospital, estaba considerado el mejor hospital en traumatología, así que esperé y esperé hasta conseguir que la Doctora Arjonilla me aceptara.
Me estaban haciendo un reemplazo de cadera y alguien estaba levantando mi pierna y moviéndola en todas direcciones. Solo sentía dolor, mucho dolor, no estoy segura de lo que estaban haciendo con ella, solo era capaz de sentir un dolor inmenso. Entonces me di cuenta y pensé: Dios mío, estoy despierta.
Sentí un terror inexplicable. Jamás en mi vida estuve más asustada. Lo único en que podía pensar era si no se darían cuenta, si seguirían moviéndome la pierna, solo trataba de decir “estoy despierta, estoy despierta”, pero no podía mover ni un solo músculo.
Fue terrible. No podía gritar. Ni siquiera podía mover mis brazos o mis piernas. Estaba haciendo lo posible, realmente aterrorizada. Debí estar así durante unos tres o cuatro minutos, no sabía que me pasaba y empecé a recordar todo el proceso que me había llevado hasta ese quirófano, recordé las pruebas que me habían realizado, el preoperatorio, hasta que llevaba más de 24 horas ingresada en ese horrible hospital porque el cirujano había pensado que era mucho mejor que me pusieran mis propias plaquetas antes de la operación.
Recordé el tiempo esperando antes de que me bajaran en la cama de la habitación, recordé que me dejaron aparcada en la puerta del quirófano al menos una hora, recordé que oía a los médicos y enfermeras hablando animadamente, y que yo me sentía realmente asustada.
Recordé cuando metieron la cama en el quirófano, el frío que hacía dentro, que me ayudaron a pasarme de la cama a la camilla dura, recordé que estaba desnuda y que me moría de frío, recordé que una enfermera me tapó con una sábana y me preguntó que como estaba y que rápido llegaría la cirujana.
Recordé al anestesista, que ya le había conocido en el preoperatorio, pero que solo me preguntó que cuanto pesaba y que me pareció desagradable y que me miró pero no me habló, se limitó a manipular una máquina que estaba en la cabecera de la camilla.
Recordé una cabeza que se acercaba mucho a mi, me dijo que era la cirujana que se llamaba Teresa Arjonilla, y que me iba a operar colocándome una prótesis que me ayudaría a caminar mejor, no podía dejar de oler su aliento a tabaco y a anís, y pensé que esperaba que lo hiciera bien, a pesar de que hubiera bebido porque estaba realmente asustada.
Recordé que el anestesista me dijo que pensara en algo agradable que así soñaría con cosas bonitas, y yo no podía dejar de pensar en la película The ring, que habían echado la noche antes en la televisión, y me costó mucho dormir porque esas películas de terror psicológico me asustan mucho.
Entonces no se si lo recordé o simplemente lo deduje que me habían puesto una droga paralizante y que esa era la razón por la cual no podía mover ni un músculo. Algo debió pasar en ese momento, les oía hablar de que les costaba poner algo, de que estaba gorda y que era difícil acceder, y que me tendrían que poner morfina, y en ese momento dejé de tener dolor, en ese momento me dormí.
Cuando me desperté, me encontraba en el mismo quirófano, pero estaba vacío no había nadie, había un silencio sepulcral, miré a ver si seguía teniendo la vía, pero no era capaz de verme el brazo, no sentía nada, intenté tocarme la cadera, pero no era capaz de moverme, no sentía nada, no sentía mi cuerpo.
No se cuanto tiempo pasó, yo seguía sin poder moverme y seguía siempre sola, no entendía porque no venía ninguna enfermera o auxiliar, no podía gritar, pero al menos no me dolía nada…
Cada vez que me despertaba notaba que el quirófano había envejecido, se estaba estropeando y nadie hacía nada, no lo entendía. Un día oí voces, eran 3 adolescentes con pintas de raperos que llenaron todo el espacio de pintadas con sprays, empujaban las cosas, tiraban al suelo utensilios y finalmente hicieron un fuego. Ellos no me veían.
Y entonces me di cuenta, de que en el quirófano no me pusieron morfina, en el quirófano me morí…








Historia:
Eva Saez, @zenalmor
Fotos:
Mario Alfonso,@peaton_pulse