La leyenda comienza cuando un par de jóvenes se enamoraron y terminan por decidir casarse. El joven era guarda forestal y animados por la madre naturaleza y deseando no tener que depender de las demás gentes y llevar una vida aislada acordaron buscar alojamiento y refugio fuera de la población y se aislaron en una zona de pinares en los montes próximos, la única población que había cercana era el poblado de Villaflores.
El poblado de Villaflores era un poblado de nueva creación, había pertenecido sucesivamente a las familias de los Cárdenas, los Ibarra, los Cortizos y desde 1.882 a la condesa de la Vega del Pozo, y de esa época es la leyenda. La condesa se rodeó de una colonia agrícola con escuela y ocho viviendas para los trabajadores, en poco tiempo el poblado se convirtió en una localidad bulliciosa y alegre, donde los lugareños hacían fiestas y eventos.
Los jóvenes convivieron felizmente durante varios años, hasta que el joven comenzó a sentirse indispuesto en un principio, para luego, conforme iban transcurriendo los días ir agravándose las molestias. El hombre acudió al poblado de Villaflores en busca de expertos que le pudieran aconsejar sobre la forma de curar su enfermedad y aunque distintos sanadores y curanderos le estuvieron observando, y no viendo nada advirtiéndole que seguramente debía ser que su mujer le estaba envenenando por algún motivo. El buen hombre no se los creía, pues amaba a su esposa y esta se comportaba normalmente como siempre la había hecho desde que se casaron.
No obstante, los comentarios en el pueblo seguían abundando e incluso se le dijo que su mujer se había enamorado de un molinero y estaba procurando envenenarle poco a poco para al final poder abandonarle e irse a convivir con el molinero en cuestión.
A pesar de todos los comentarios que recorrían el poblado que le continuaban diciendo que la mujer le estaba dando bebedizos y comidas envenenadas, el marido seguía sin estar convencido y no quería creerse de tal ofensa de las gentes del pueblo. Pero lo cierto es que el hombre cada vez se encontraba más enfermo y su salud fue empeorando y llegó un momento en que pensó que iba a morir y, pensando que si moría su mujer se uniría con el molinero, decidió finalizar con esta situación, por lo que un día en que su mujer regresaba a casa tan contenta y amable como siempre, ya, exasperado y destruido mentalmente agarró a su mujer y echando sus dos manos al cuello la ahogó y luego el mismo se mató, muriendo abrazado fuertemente a su mujer.
Al tiempo, en una de las ocasiones en que un cabrero pasaba por el lugar se encontró allí con el matrimonio muerto y ambos abrazados tumbados en el suelo, por lo que el cabrero procedió a enterrarlos juntos y así agarrados.
Desde esta acontecimiento en toda la provincia de Guadalajara se dice que en las noches de invierno y cuando existe una gran tormenta, se suelen escuchar diversos lamentos de un fantasmas, mitad hombre y mitad mujer, que inducen a que los vecinos sientan un enorme terror y todo hombre y mujer decide siempre rodear los pinares para no encontrarse con el doble fantasma.
Fotos:
Mario Alfonso
Historia:
Eva Saez @zenalmor
Localización:
Asentamiento de Villaflores, Guadalajara, fotos realizadas 2013.