Como cada fin de semana, mis primos y yo los pasábamos en Cilleruelo, a veces también venia mi hermana Ami, pero ya se había echado un noviete y se sentía mayor para hacer tonterías por el pueblo, como decía ella. Un amigo mío y yo teníamos la costumbre de visitar el cementerio del pueblo por la noche y quedarnos ahí pasadas las doce de la noche para ver si pasaba algo paranormal o simplemente para probar nuestro valor, cada sábado era lo mismo, a las nueve de la noche con una mochila repleta de golosinas y refrescos partíamos rumbo al cementerio, el cementerio estaba bastante céntrico dentro del pueblo, por lo que nuestros padres ni siquiera sabían de nuestra aventura, para ellos pasábamos los sábado en el frontón del pueblo.
Una noche llegó mi amigo y juntos nos sentamos en el comedor para degustar de una cena que mi madre nos había preparado cuando de pronto hubo un corte de energía eléctrica y nos quedamos solo con la luz de la farola que venia del exterior de la calle. Mi amigo preguntó ¿A que no te atreves de que vayamos ahora al cementerio?. Yo le respondí ¡pues claro!, y juntos nos fuimos rumbo al cementerio cuando a medio camino mi amigo se encontró con su madre y se quedó con ella, yo seguí hacia el cementerio y le dije a mi amigo que le esperaba allí.
Cuando llegué al cementerio noté que en la entrada se encontraba un anciano sentado fumando muy tranquilamente, yo lo saludé con un ¡Buenas Noches señor! y el me respondió muy tranquilo: buenas noches hijo. De pronto lo reconocí, era un señor que hacia al menos dos años que no veía, de hecho pensaba que había muerto, al conocerlo entable conversación con el que por cierto no dejaba de fumar y el me dijo que a los muertos había que tenerles respeto y que ya no visitara de noche el cementerio porque era peligroso. Poco después de hablar con el unos veinte minutos y al ver que mi amigo no llegaba me despedí de el anciano quien se llamaba Eulalio y en el pueblo le decían don Lalo, le di la mano y le dije: pase buena noche Don Lalo y gracias por el consejo, a lo que el me respondió: no vengáis por aquí de noche porque no es bueno.
Al llegar a casa le comenté a mi madre lo ocurrido y le conté que el señor que estaba en la entrada del cementerio era Don Lalo que hacía tiempo que no lo veía, mi madre muy asustada me dijo: ¡Hijo por el amor de Dios, si Don Lalo falleció hace como un año! yo le respondí no mamá si yo he hablado con el y hasta le di la mano, mi madre me contestó: No hijo si Don Lalo una noche lluviosa que iba para su casa se cayó ahí por la entrada del cementerio y se quebró una pierna y como nadie se dio cuenta porque era muy noche, el pobre viejito llevó toda el agua de toda la noche y se murió de frío y eso fue en la misma entrada del cementerio.