Era la tercera reunión a la que iba, en ninguna de ellas había hablado pero escuchaba con interés lo que los otros miembros decían.
Hoy era especial, había decidido contar porque empecé a beber, se lo dije a mi ayudante, a él no le gusta que digamos padrino, le suena a la mafia, el me había dicho que me tomara mi tiempo, que lo importante era seguir con mi proceso de recuperación y que siguiera los doce pasos.
En esta asociación, el formato era la presentación y se pasaba directamente al testimonio de un miembro y después del testimonio todos podíamos compartir nuestros pensamientos.
Oí mi nombre, sentí una angustia terrible en el pecho, pero me levanté y me subí al pequeño escenario que había. No éramos muchos, seríamos 8 o 9 miembros, y de hecho había dos que no había visto en las otras dos reuniones, pero conocían a los demás.
Les miré a la cara, y me presenté, y ahí me fui a negro, mi cabeza empezó a llenarse de recuerdos, un bombardeo de imágenes, de sonidos, de miedos.
Volví a mi casa con mi padre y mi hermano. Mi hermano tenia discapacidad intelectual moderada, es decir que podía hacer cosas pero siempre nos miraba a mi o a mi padre para que le dijéramos si lo que hacía estaba bien. Mi padre bebía, mucho, cada vez bebía más, y gritaba a mi hermano, le llamaba idiota y le insultaba y yo me sentía cada vez peor, peor por mi hermano, porque mi padre ya no me importaba.
No se si porque mi padre bebía, porque no me gustaba lo que hacía, porque no me gustaba que insultara a mi hermano, yo también empecé a beber. Tenia 11 años cuando empecé a beber.
Mi hermano y yo íbamos al colegio juntos, aunque el tenía 14 años, estábamos en la misma clase y nos sentábamos juntos. Se había decidido eso para que yo pudiera ayudarlo. Estábamos en quinto de EGB cuando pasó todo.
Yo llevaba ya más de tres meses bebiendo diariamente, al principio solo fue para probar, para ver porque nuestro padre lo hacía todos los días, pero luego me gustó ver como me hacía sentir el alcohol.
Llegamos del colegio y nuestro padre estaba en casa, no era lo normal, desde que nuestra madre muriera hacía cinco años, una vecina venía todos los días, nos arreglaba la casa, y nos dejaba la comida y la cena de cada día. Ella venía por la mañana, cuando no estábamos ninguno y cuando llegábamos a casa ya se había ido. A veces cuando mi padre estaba muy mal, mi hermano y yo nos íbamos a su casa, tenia un hijo de siete años y hacía muy buenas migas con mi hermano.
Mi padre, a pesar de que siempre estaba borracho, por las mañanas seguía trabajando en la serrería, según avanzaba el día bebía, y cuando llegaba a casa, seguía haciéndolo. No bebía en los bares del pueblo, siempre lo hacía en soledad en nuestra casa.
Ese día empezó a gritarle a mi hermano según llegamos a casa, le insultaba y le decía que le estaba robando sus botellas. Ahí me di cuenta que tenía más control del que yo pensaba de sus botellas. Mi hermano se puso a llorar, que era algo que hacía mucho cuando le gritaban. Eso ponía más furioso a mi padre y entonces empezó a pegarle. Yo nunca había visto que le pegara, y me lance sobre él como una furia, mi padre se cayó ante mi embestida, y se golpeó la cabeza con el piano, perdió el conocimiento. Mi hermano no dejaba de gritar, y vino nuestra vecina, abrió la puerta con su llave.
A mi hermano y a mi, nos separaron, no lo he vuelto a ver, ni a mi padre tampoco. Yo he ido pasando de un centro de menores a otro, y en todos ellos he tenido problemas con el alcohol. Me dijeron que mi hermano había vuelto a casa de mi padre. No lo se, yo lo único que siento cada vez que me acuerdo de ese día, es que si no hubiera empujado a mi padre, yo hubiera podido seguir con mi hermano.
Todo eso es lo que me vino a la cabeza, pero me senté y no pude decir nada…
Se que la casa sigue en pié, mi padre y mi hermano murieron los dos, el mismo día y la vecina a la que pregunté me dijo que ella no sabía nada. Cuando ellos murieron yo tenía solo 15 años.









Historia: Eva Saez Sanchidrian
Fotos: Mario Alfonoso
Localización: Segovia, España.