lugares perdidos

Cuantos buenos momentos sucedieron en este majestuoso Chalet.
Señorial estancia de gruesos muros de granito que perteneció a un afamado abogado que ejerció entre los años 50 y 90.
Hizo fortuna en su bufete de la madrileña calle Goya, representando a potentes empresas como Ferrovial y otra Danesa fabricante de Aerogeneradores.
Tenía tres hijos; Carolina, Carlos Manuel y Rafael. La primera a pesar de vivir el un entorno de vida regalada salió bastante sensata y con los pies en la tierra.
Con los chicos fue otra cosa. Nacieron y se malcriaron en una “casa de ricos” sin tener que esforzarse por conseguir nada en la vida.
En la madurez el Padre intento asegurar el porvenir de los chicos y les puso distintas empresas.
Carlos Manuel se pudo de gerente en una empresa de generación de cartografía digital por satélite. Rafael que parecía más espabilado con los ordenadores se puso a digitalizar planos.
La experiencia empresarial como era previsible fue un fracaso. Después de 8 años de inversión tras inversión se declaró en suspensión de pagos y cerro dejando en la calle a 16 trabajadores.
El chalet se pudo construir en la años 50 y lleva abandonado más de 25 años.

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